viernes, 20 de abril de 2012

¿Tortícolis? No, gracias


Tengo tendencia desde......¿siempre? a padecer tortícolis. Me recuerdo ya de pequeña con mi cabeza de lado por no poder girar el cuello y no digamos de adolescente, cuando empecé a trabajar en una peluquería. De más mayor me recuerdo notando el comienzo de una y desesperarme haciendo estiramientos para que no fuera a más, con lo que solo conseguía empeorarla y pasarme días y días mirando a derecha o izquierda únicamente.

Cómo no, al empezar con el Qi Gong esto también mejoró, tanto que, desde el 2003 sólo he tenido dos "incontrolables" pero las dos o tres últimas han sido completamente "controladas". Y como esta mañana me ha vuelto a pasar y he podido comprobar que el resultado es reproducible, no puedo hacer otra cosa que compartirlo.

Las tortícolis más fuertes que he tenido siempre me han empezado por la mañana al despertarme y estirarme o bostezar. La más fuerte fue a los 16 años en que oí literalmente como si se desgarrase mi pobre esternocleidomastoideo derecho. Solo tuve tiempo de llamar a mi madre y cuando me desperté estaba en un taxi camino de urgencias.

Normalmente suelo despertarme unos minutos antes de que suene el despertador. Así ha sido esta mañana. Estaba girada sobre mi lado derecho y, tal como estaba he bostezado y ¡zasca! ahí estaba. Ha sido uno de los fuertes. He notado un fuerte dolor en el lado derecho del cuello que enseguida ha empezado a subir hacia la cara y a bajarme por el hombro y la espalda. Como he podido me he colocado boca arriba y he empezado a hacer lo que me funcionó las dos o tres últimas veces. A ver si sé explicarlo, por que esto es cosa mía, nadie me lo ha enseñado y, como casi siempre, es más fácil hacerlo que decirlo.

Se trata de colocar la cabeza bien apoyada en la almohada, que ésta sujete bien el cuello y que quede lo más recta posible, dentro de lo que el dolor permita. Siempre sin forzar la postura. Ahora se trata "simplemente" de relajar toda la musculatura haciendo el ejercicio de relajación empezando por la zona afectada en combinación con la respiración abdominal.

Cuando hay dolor y aunque parezca que duele una zona muy extensa, siempre es un solo punto el que duele y se trata de encontrarlo y prestarle toda la atención. La ventaja de estas tortícolis, es que las ves empezar y sabes exactamente cual es el punto de inicio.

Hay que mantener toda la musculatura lo más relajada posible y centrarse sobre todo en las expiraciones. Cada vez que soltamos aire, el punto afectado se relaja más y más. No hacer caso al dolor de la cara, del hombro, de la espalda...ahí no está el dolor, sólo en el punto por donde ha empezado. Llega un momento en que todo el dolor se concentra en el punto. Ya no duele ni la cara, ni el hombro ni la espalda, aunque el punto puede doler horrores! Si sigues relajando, respirando con la respiración bien baja, se pasa. Absolutamente.

Diez minutos despues ha sonado el despertador. Me he girado tranquilamente para pararlo. Ni rastro de dolor.

Tengo que aclarar que, debido a la práctica, le relajación muscular sé hacerla al instante, no necesito hacer todo el recorrido del ejercicio, y la respiración abdominal la tengo completamente integrada, solo que en momentos así la hago más consciente y profunda. Por eso siempre digo que estas cosas hay que aprenderlas cuando estamos bien, para que, en el momento en que las necesitemos, tengamos las herramientas bien engrasadas y listas para usarlas.

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